14 de diciembre de 2009

El impacto del Conflicto en la Música Israelí

Parte del trabajo "El impacto del Conflicto en Medio Oriente en la música israelí" presentado por Andrés Hidalgo Babour, miembro de Punto IL.

Existen varias formas de conocer a una sociedad, y una de ellas es a través de su música. En ella, pueden verse reflejados los distintos momentos políticos y sociales de un país que en tan solo 61 años de historia tuvo que atravesar una cierta cantidad de guerras, desde aquella en 1948 (a horas de ser declarado el Estado) hasta la más reciente en Gaza a fines del 2008.

La estrecha relación que existe entre los ciudadanos israelíes y los diversos conflictos bélicos es muy particular ya que casi todos se ven involucrados de una forma activa y directa frente a estos hechos y no pasivamente como ocurre aquí en Argentina. De hecho, muchos de los compositores israelíes lucharon por su país, lo que se ve plasmado en sus obras que relatan diversas sensaciones que representan a distintos sectores de la sociedad israelí. A partir de aquí, se trataran algunos de los conflictos, y su impacto en la música israelí.

La historia moderna de Jerusalem está inevitablemente ligada al año 1967. No sólo porque en junio de aquel año, en el marco de la "Guerra de los Seis Días" se reunificara la ciudad, sino porque el ícono musical de esa gesta fue el tema "Jerusalem de oro" de Nomi Shemer, para el festival de la canción que se realizó en Iom Haatzmaut de ese año en el auditorio Binianei Haumá de la capital israelí. El éxito inmediato de “Jerusalem de oro” estuvo basado en que no había una canción que identificara a dicha ciudad y tampoco la hubo mucho después. Jerusalem siempre fue relegada a cánticos religiosos por lo que la comunidad artística laica se mantuvo distante a escribir sobre aquella ciudad.

El tema se transformó en uno de los íconos de la Guerra de los Seis Días, ya que las tropas del Tzahal, al llegar al Muro de los lamentos, comenzaron a cantar “Jerusalem de oro”, convirtiendo al tema de Nomi Shemer en el grito de guerra de los soldados en aquel entonces. Tal fue el impacto generado en 1967, que en 1968, fue propuesta en el Parlamento por el diputado Uri Avnery como himno nacional oficial del Estado de Israel; si bien la iniciativa no llegó a votarse, desde entonces la canción es el símbolo de la victoria en aquella guerra y considerada como un segundo himno extraoficial de Israel.

El 6 de octubre de 1973, día de Yom Kippur, Egipto y Siria lanzaron su ataque contra Israel. Este episodio marcó a Shlomo Artzi, quien nacido el 26 de noviembre de 1949 en el kibutz Aloni Aba, y es tal vez uno de los músicos más oscuros que dio la música israelí. Sin duda, la génesis de su transformación fue cuando con su banda Gveret Tapuaj (Sra. Manzana) tuvo la misión de cantarle a los soldados que estaban en el frente sur de la guerra más trágica en la historia israelí (si es que hubiera una que no lo sea), la Guerra de Iom Kipur. La experiencia que significó ver morir en el frente a jóvenes casi de su edad lo dejó marcado para siempre. En esa guerra murió uno de sus mejores amigos, a quién Artzi le dedicó "Laila lo shaket" ("Noche intranquila") del disco homónimo de 1986. Esta canción, relata el dolor y la locura de intentar reemplazar la cotidianeidad del que ya no está, sintiendo que debe ocupar su lugar vacío.

Durante la guerra del Líbano en 1982, Israel decidió incursionar militarmente en el país vecino que se encontraba en una feroz pelea interna entre varias facciones de la población, pero fundamentalmente entre la árabe cristiana y la árabe musulmana de origen chiíta. Las guerrillas árabes musulmanas se afianzaban como amenaza a la seguridad de la frontera norte de Israel por lo que el gobierno israelí decidió tomar parte a favor de las falanges cristianas.

Para ese entonces, algo se rompió también en la sociedad israelí. El consenso que generaba resolver la situación de inseguridad en el norte no impidió que se elevaran con más fuerza las voces de disenso que reclamaban el cese de fuego lo que evidentemente hablaba de una generación (incluida sus propios soldados) que buscaban no ver a la guerra como destino ineludible para los israelíes. Sobre las memorias de aquella guerra y su contexto en las canciones israelíes basta menciona temas como "Laila lo shaket"(Noche intranquila), "Jom iuli ogust" (Calor de julio-agosto) o "Soy soldado", todas de un cada vez más oscuro Shlomo Artzi.

En este contexto, nace en 1985 una banda emblema de la música israelí de los ’80, “Mashina”. El disco, de nombre homónimo a la banda, tuvo un éxito rotundo y entre las canciones más escuchadas se destacó "El tren nocturno a El Cairo" (Rakevet laila le Kahir) que con el tiempo se transformó en un himno. La canción describe un estado de desolación del protagonista que encuentra su liberación al entregarse a un nuevo sonido que se escucha allí afuera de su casa en Tel Aviv.

Ehud Banai (hermano de Yuval, lider y cantante de Mashina) se inspiró en una declaración de Yuval, que en uno de sus francos durante la Guerra del Líbano viajó a Tel Aviv y se horrorizó de cómo seguían los recitales de rock y las fiestas mientras ellos arriesgaban sus vidas en el frente.

Hacia los años 90, mientras Israel se reponía de una de las más feroces crisis financieras a mediados de los ochenta, los palestinos se levantaban en rebelión popular contra Israel dando lugar al primer enfrentamiento originado pura y exclusivamente en las calles palestinas. En ese contexto era al menos esperable la aparición de uno de los personajes más controvertidos del arte israelí, el cantante Aviv Guefen. Hijo de Yonathan Guefen (escritor, poeta y compositor de canciones de protesta de los 70), ahijado del mítico Moshé Dayan, Aviv Guefen irrumpió en los escenarios con el pacifismo como estandarte.

Su música y sus letras oscuras causaron tanta pasión entre la juventud liberal de Tel Aviv como horror en los sectores ultra ortodoxos de Jerusalem y en los círculos militares que condenaban tanto sus letras como sus actitudes fuera de los escenarios, entre ellas su negativa pública a cumplir el servicio militar obligatorio. Con la comodidad y la inmunidad que le ofrecían sus credenciales de origen, Aviv Guefen fue sin dudas el referente más importante del rock y el pop israelí de la década pasada.

Sus canciones ya habían detectado algunos blancos certeros: el establishment religioso, el ejército, la violencia familiar y su propio padre, objetivos que le valieron la crítica tanto de la derecha que lo acusaba de irresponsable y apocalíptico, como de la izquierda que lo condenaba por ser “un niño rico”.

El 4 de noviembre de 1995, la tragedia cae una vez más sobre la sociedad israelí, pero esta vez de un modo inesperado. Yigal Amir asesina al Primer Ministro, Itzhak Rabin, y Geffen lanza su tema "La rebelión de las lágrimas", un testimonio narrado desde los ojos de quien vio en ese hecho el producto de una sociedad fragmentada, violenta que debía reconstruir sus deseos de paz desde adentro hacia afuera.

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