25 de octubre de 2011

Luces y sombras de la liberación de Gilad Shalit

Por Agustín Ulanovsky, Director de Punto IL

¿Quién de nosotros no se emocionó al ver las imágenes de un desgarbado y pálido Gilad Shalit de vuelta con sus padres y a salvo en su hogar? ¿Quién no puede asimilar el dolor de este joven que fue secuestrado con sólo 19 años y que fue sometido a un calvario de más de cinco años, al punto de convertirlo en un ícono del conflicto palestino-israelí? Pese a las sensaciones que nos invaden, vale mucho una reflexión a conciencia sobre los motivos políticos que llevaron a que fuera ahora, y no en otro contexto, el momento en que se logró consumar un más que polémico intercambio.

El 25 de junio de 2006, un comando de tres fuerzas palestinas –integrado por las brigadas Ezzedine-Al-Qassam (brazo armado de Hamas), el Ejército del Islam (de tendencia salafista) y los Comités de Resistencia Popular- realizó una emboscada a un puesto militar fronterizo israelí ubicado en las cercanías de la Franja de Gaza. El resultado: dos soldados israelíes murieron y Guilad Shalit fue tomado como prisionero. Sin saberlo, aquel militar se convertiría en un ícono.

La lucha por su liberación fue tomada por todas las comunidades judías del mundo y algunas (pocas, muy pocas) organizaciones de derechos humanos. Durante los cinco años y cinco meses que duró su secuestro, sólo se pudo acceder a un video en Septiembre de 2009 en el que Gilad manifestaba estar bien y extrañar a su familia. En este sentido, los reclamos por su liberación fueron conjugándose con un contexto muy dinámico, como es el conflicto palestino-israelí. Así como en algunas oportunidades eran los lideres israelíes los que se rehusaban a negociar con "los terroristas" y aceptar "el chantaje" por Shalit, en muchas otras Hamas prefirió evitar cerrar un trato con Israel para mantener a Guilad como carta negociadora. De esta forma, la situación se estancó y las esperanzas de un final feliz parecían cada vez más lejanas. No obstante, en estos últimos meses, el contexto interno e internacional llevó a que el gobierno de Netanyahu y el liderazgo de Hamas viera con buenos ojos una salida negociada al cautiverio de Shalit.

Por un lado, Hamas necesitaba mostrar un éxito ante Israel para arrebatarle el protagonismo nacional e internacional que había cosechado en la ONU Mahmoud Abbas, el presidente palestino y lider de Al Fatah (partido político que compite a nivel local con Hamas), con la solicitud de reconocimiento de Palestina como Estado miembro. Vale recordar que enn las calles de Gaza, a diferencia de las de Ramallah, no se pudo festejar el discurso del presidente y que la policía se encargó de impedir las conexiones de las antenas parabólicas en los cafés para evitar que Al Fatah consiguiera apoyos en la zona que está al mando de Hamas.

En este sentido, los 1.027 prisioneros que Hamas consiguió a cambio de liberar a Shalit, entre ellos muchos terroristas con gran cantidad de víctimas israelíes, impactan por el numero y la espectacularidad. Proporcionalmente, se trata del intercambio de prisioneros más desventajoso en toda la historia de Israel. En consecuencia, Hamas logró con este intercambio anotarse una victoria estratégica principalmente sobre el partido Al Fatah, rival en la política interna palestina, y mostrar entereza ante Israel, quien al fin de cuentas fue incapaz de recuperar a Shalit por otro medio que no fuera la negociación con Hamas.

Por su parte, Benjamín Netanyahu venía enfrentando serios reclamos de sectores internos y externos; por un lado, la iniciativa de Abbas en la ONU expuso su falta de estrategia y su poca audacia para resolver el conflicto palestino-israelí. Asimismo, fue durante su gobierno que Israel perdió los apoyos más importantes que tenía en la región: Egipto y Turquía. Por otra parte, las grandes e históricas manifestaciones de la población pidiendo una mejor calidad de vida pusieron en jaque su política económica y social. Por ello, Netanyahu encontró a través de la liberación de Shalit sumar apoyo popular de cara a las próximas elecciones nacionales y cumplir una promesa electoral muy popular (según las encuestas, el 79% de los israelíes apoyan el canje). Asimismo, se muestra frente al mundo como un líder con capacidad para las negociaciones bilaterales (que tanto ha reclamado a la ANP).

Ahora bien, esta decisión volvió a enfrentar a Netanyahu con su Ministro de Relaciones Exteriores y máximo competidor de cara a las próximas elecciones: Avigdor Lieberman. Cabe resaltar que su aliado (?) rechazó los términos del acuerdo e instó para que los ministros de su partido en el gobierno rechazaran la propuesta. Sin embargo, la polémica decisión de intercambiar 1.027 prisioneros por un soldado israelí no solo despertó críticas al interior de la alianza gobernante sino que fueron varios las familias de las víctimas de los atentados perpetrados por algunos de los prisioneros liberados los que trataron de impedir hasta última hora la liberación de los verdugos de sus familiares, muchos de ellos condenados a varias cadenas perpetuas. En este sentido, Noam Shalit, padre del soldado, mostró su "solidaridad con el dolor de los familiares", pero pidió a la Justicia que no detuviera el proceso ni tratara de introducir "el más mínimo cambio" porque podría tener "consecuencias muy graves para Gilad", hecho que terminó ocurriendo.

En definitiva, varias conclusiones pudieron sacarse tras la liberación de Gilad. En primer lugar, se reconfirmó la política israelí de nunca abandonar a sus fuerzas, la cual constituye la lógica de un Estado en guerra permanente desde su fundación en 1948 y en el que existe un pacto sagrado entre la sociedad y su ejército: el soldado de Israel será enviado a donde fuera necesario a defender a su patria y la sociedad se compromete solemnemente a su retorno. Vivo, muerto, en pedazos o cenizas pero de vuelta a casa.

Por otra parte, quedó de manifiesto que la crisis interna israelí está afectando la postura de Israel ante el conflicto con Palestina, ya que en otros momentos siempre hubo una respuesta negativa ante la propuesta de intercambiar prisioneros por Gilad Shalit. De esta forma, son muchos los que temen que el “chantaje” al que Israel cedió, pueda impulsar a nuevos secuestros. De hecho, los simpatizantes de Hamas demostraron sentirse envalentonados al celebrar el trato gritando: “Queremos mas Shalits”. Se ha hecho público también que diversos jeques árabes han ofrecido cuantiosas recompensas a quienes logren secuestrar soldados israelíes.

Asimismo, estas negociaciones volvieron a impulsar el rol de mediador de Egipto, tras la caída de Mubarak. Alejados Turquía (por su creciente conflicto diplomático con Israel) y Estados Unidos (por su amenaza de vetar el reconocimiento del Estado palestino en la ONU), fue el régimen egipcio quien volvió a posicionarse como el principal “árbitro” en el conflicto palestino-israelí.

Finalmente, quedará para un futuro ver cómo seguirán las relaciones entre Hamas e Israel. Sin embargo, lo cierto es que en esta oportunidad los antagónicos enemigos decidieron negociar.